AUTOR: Santiago Vejar
Arquitecto especializado en Planeación Urbana y O.T. Escritor, fundador de ARQritic y Taller de Vivienda Evolutiva.
Fue en la Ciudad de México un 16 de abril cuando Pedro Ramírez Vazquez vio la luz por primera vez, y fue también un 16 de abril, 94 años después, cuando nos dejó un legado insuperable con sus contribuciones al mundo del diseño, mismas que, mantienen vigencia hasta nuestros tiempos, demostrando la atemporalidad con la que fueron concebidas.
Una de sus más grandes aportaciones fue la elaboración de un diseño modular de infraestructura educativa. Se trataba de aulas construidas con materiales prefabricados, elementos que eran llevados junto con su respectivo manual de construcción a comunidades rurales, donde los pobladores con mano propia las edificaban. Sin duda este fue un evento coyuntural en la alfabetización de un México que se acercaba a su auge, a la etapa del llamado desarrollo estabilizador.
A poco más de 11 años de su partida, recordemos este gran legado a la difusión de la educación de nuestro país a partir de su infraestructura: la arquitectura educativa de Pedro Ramírez Vázquez.
La educación fue una de las prioridades para el México posrevolucionario, producto de la constitución de 1917 se formaron instituciones tales como la Secretaría de Educación Pública en octubre de 1921, dirigida por José Vasconcelos. Años después, para 1944, surgió lo que el arquitecto José Luis Cuevas pretendía formar desde 1938: el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), que para 2008 fue renombrado bajo efectos de su propia ley como el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa o INIFED. Y que, finalmente en 2019, desapareció y fue absorbido por la SEP.
Durante los primeros años de operación del comité convergieron arquitectos consagrados y emergentes de la escuela funcionalista, Mario Pani, Enrique del Moral y José Villagrán García. Y otros más jóvenes como el propio Pedro Ramírez Vázquez. Todos ellos convocados por José Luis Cuevas.
Pero antes de que estos arquitectos volcaran su práctica hacia la infraestructura educativa otros más como Juan O ‘Gorman habían pensado en la escuela funcionalista años antes.
Para inicios de los años 30´s O ‘gorman desarrolló junto a su equipo técnico un proyecto de 26 escuelas para las colonias populares del Distrito Federal, la más conocida de ellas es la Escuela primaria Emiliano Zapata, ubicada en la colonia Industrial de la alcaldía Gustavo A. Madero y que al día de hoy es considerada Monumento Artístico Nacional.
Para finales de los 50´s, Jaime Torres Bodet, exdirector del comité dio inicio al Plan Once Años y a inicios de los 60 ́s fue Ramírez Vázquez quien ahora director y después de su participación en el comité como jefe de zona en Tabasco ideó la llamada Aula Rural Prefabricada, la máxima expresión funcionalista de la arquitectura y de la democratización de la construcción, se trataba de aulas pensadas para que los habitantes de la zona se involucraron en la ejecución de la misma, ello no solo representaba un beneficio económico en la utilización de mano de obra local y del uso de los recursos utilizando materiales nativos, sino también un fortalecimiento en la cohesión sociedad y su sentido de pertenencia de la comunidad. Era un beneficio holístico.
La parte más importante de una construcción, su estructura, se basaba en un sistema aporticado de acero donde los elementos estructurales pesaban no más de 50 kilos, esto permitía a los habitantes transportarlos en animales de carga o con la fuerza de dos personas, se trataba de una solución simple y eficiente, pues, además, la estructura podría recibir cualquier material de la zona en la composición de los muros y las cubiertas. La asistencia técnica se reducía a una Cartilla De La Escuela, un manual de construcción ilustrado y de fácil lectura.
La solución de proveer de elementos prefabricados a las comunidades tuvo sus resultados, los habitantes no tendrían que hacer uso más que de fuerza de trabajo y con ello, el problema de la marginación escolar estaba siendo atacado impulsado por la cohesión social que se estaba logrando, los niños podían ver el trabajo de sus padres materializado en el aula.
Durante los primeros años del comité se construyeron de más de 35,000 escuelas en el país, fue tal el éxito que, el presidente López Mateos donó la patente a la UNESCO para su uso en todo el mundo, ello causó la utilización de este sistema en 17 países de América Latina, India, Italia, Indonesia y Yugoslavia.
Posteriormente, su autor, Pedro Ramírez Vázquez, recibió el Gran Premio de la XII Trienal de Milán por este proyecto del “Aula Rural Prefabricada”. Una tipología que hasta nuestros días vemos en las características escuela públicas mexicanas.