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¿El campus a la ciudad o la ciudad al campus? | Universidad Católica de Chile de ELEMENTAL

Una mente inquieta acerca de la ciudad

ARQUITECTOS: Alejandro Aravena (Elemental), Charles Murray, Alfonso Montero, Ricardo Torrejón

FOTOGRAFÍA:  Elemental, centro de innovación UC, Nina Vidic, Nico Saieh, Cristobal Palma, Tadeus Jalocha

UBICACIÓN: Santiago de Chile

AÑO: 1998 - 2014

M2: Facultad de matemáticas: 2000m2

Torres siamesas: 5000 m2

Centro de innovación: 8176m2


 ¿El campus a la ciudad o la ciudad al campus?

 

¿Debería la ciudad acoger los campus universitarios en su trazado urbano, o debería el campus universitario, cuál isla académica, componerse en busca de una conexión más profunda con su entorno? En esta disyuntiva se encuentran entrelazadas cuestiones de temporalidad, desarrollo urbano, arquitectónico y la propia naturaleza del aprendizaje.



Entender el campus de la Universidad Católica de Chile de ELEMENTAL como una institución urbana, bajo un sistema de ordenamiento que propicia la integración con la ciudad y el desarrollo urbano sostenible, conduce esta reflexión a considerar las dualidades entre la ciudad como espacio de aprendizaje y el campus como espacio análogo a la ciudad y cómo las decisiones que se toman sobre la interacción entre los mismos dan forma no solo a la experiencia universitaria, sino también a la experiencia urbana de su contexto.


Partiendo de ahí nos adentramos observando la continuidad de la vida urbana a manera de recorridos peatonales. El primero rodea el campus San Joaquín, para explorar la integración del campus en la experiencia urbana, hasta llegar a un segundo recorrido que se enfoca en acciones puntuales en la escala arquitectónica que promueven una perspectiva integradora bajo el enfoque de Elemental en sus tres edificios educativos al interior del campus: La facultad de matemáticas, Las Torres Siamesas y el Centro de Innovación Anacleto Angelini.

 


Continuidad de la vida urbana


En el ámbito urbano, el campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica de Chile se encuentra en una zona pericentral de la ciudad de Santiago con un área de 506.176 m2 de terreno y una superficie construida de 182.086 m2 equipada con 73 edificaciones, auditorios, 4 bibliotecas y grandes zonas deportivas. Su situación urbana pericentral inmersa en el tejido, pero aislada de la ciudad plantea interrogantes sobre las decisiones en su configuración que hoy desfavorecen su integración con la ciudad y los potenciales y limitaciones para la vida local de un equipamiento que es un polo cultural y educativo.

 

Rodeando el campus

Fuente: Elaboraciòn propia basado en OpenStreetMap

Una de las principales cualidades de su perímetro es la condición de un límite que aunque en gran medida no está restringido visualmente, si condiciona su accesibilidad peatonal y relación con el entorno, no solo por el continuo cerramiento perimetral y accesos peatonales de prioridad vehicular sino por la organización e implantación de los usos destinados para parqueaderos que rodean el campus mientras que los usos de mayor intercambio se adentran en un tejido de agrupaciones relacionadas entre sí pero desconectadas de sus bordes.


Hacia la Av Vicuña Mackenna se conforma el borde del campus que le da “la cara a la ciudad”, al tener edificaciones próximas a una estructura de movilidad peatonal y urbana de mayor jerarquía que en los bordes norte y sur del campus “encarando” con el único edificio al que no se anteponen áreas de parqueo entre paramento y calle. El centro de innovación.

 

A comparación de los bordes norte y sur con condiciones similares de aislamiento por parqueos a lo largo de casi el 100% de la extensión sobre la avenida Monseñor Carlos Casanueva y la Pintor Benito Rebolledo. El borde este sobre la avenida Maratón, es el que tiene mayor potencial de integración en su extremo norte principalmente por una porción de suelo no edificada próxima al skatepark y por la posibilidad de integración del uso residencial. Mientras en el extremo sur y centro por el parque campus enfrentado con la zona deportiva con el único edificio (medicina veterinaria); además del centro de innovación, que se enfrenta a la calle sin anteponer usos segregadores como parqueaderos.


Accediendo al campus


En aproximación a la escala arquitectónica, sobre la relación arquitectura - ciudad bajo la perspectiva integradora de Aravena y Elemental donde la arquitectura no sólo está concebida como objetos individuales, sino como parte de un todo urbano más amplio. Esto implica considerar aspectos como la accesibilidad, la conectividad y la interacción con el entorno urbano como objetivo de este segundo recorrido. Pasando por el Centro de Innovación Anacleto Angelini, Las Torres Siamesas y La facultad de matemáticas, para ver cómo la organización de sus plantas bajas y su emplazamiento logran reflejar esta visión al integrarse orgánicamente en el contexto fomentando la interacción entre estudiantes y profesores, así como la colaboración multidisciplinaria.

En la disposición de estas agrupaciones se posibilita leer algunos principios análogos a las formas de hacer ciudad de influencia colonialista, por la cual se genera un centro que recoge las edificaciones de uso religioso como el templo sagrado corazón, y la biblioteca de teología con otras de carácter común como la biblioteca San Joaquín, librerías, bancos, fotocopias y las aulas Lassen.


Este centro se configura por la proximidad entre edificaciones y la separación interna que generan las circulaciones vehiculares al interior del campus y se refuerza por la organización de trazados geométricos que ordenan las circulaciones peatonales y convergen radialmente hacia los centros en algunas zonas de espacios comunes.




Como punto de partida el Centro de Innovación UC Anacleto Angelini surge como un lugar de convergencia no solo entre investigadores y académicos, sino también entre emprendedores, representantes del sector productivo y todos aquellos vinculados con la innovación y el emprendimiento. Dotado con áreas de trabajo compartido en sus niveles, salas de reuniones, espacios de conferencias, laboratorios de investigación y áreas de exhibición con disposiciones flexibles para adaptarse a las necesidades cambiantes de los proyectos de innovación.


 

Se erige como un hito monolítico no solo para el campus sino también para la ciudad que desplaza su masa hacia las fachadas para liberar el centro como estrategia para afrontar temas de sostenibilidad y atemporalidad. Su planta baja se dispone con una clara organización bajo esta misma lógica de liberar el centro y extender la continuidad del espacio público en su acceso principal, disponiendo el vacío central como remate de todos los accesos cuya proporción le dota de cierta homogeneidad entre cada uno de ellos.

 



Torres Siamesas, Fuente: Cristobal Palma
Fuente: Cristobal Palma

Las Torres Siamesas se erigen también con una tipología contundente en el paisaje, en este caso un centro de informática de una plataforma y una torre que se bifurca como estrategia para ganar altura con un programa de tan solo 5000 m2. Su fachada está compuesta por dos capas, una exterior en vidrio resistente a intemperie y una interna de fibrocemento con mejores cualidades térmicas y entre ellas una cámara de aire que se comporta como una chimenea que expulsa el aire caliente por efecto Venturi evitando el efecto invernadero.



La plataforma se desarrolla en dos niveles albergando el piso zócalo enterrado como estrategia de control de luz en las salas de cómputo y permitiendo que esta pueda ser usada por encima como espacio de encuentro.


Por último la Facultad  de Matemáticas, un edificio muy distinto en altura y proporción a los dos anteriores, se emplaza de una manera más mimética con su entorno. Cuenta con aulas de diversos tamaños, laboratorios especializados, espacios de estudio, oficinas para profesores e investigadores, y áreas de reunión que se disponen a lo largo de una crujía por la cual se accede a ellos. Su relación con el contexto se da en mayor medida por un tema de jerarquía y la sensación de profundidad en sus accesos principales que sobresalen del edificio laminar.

 

La condición aislada de muchos campus en la actualidad puede estar relacionada con la forma en la que se emplazaron estos en sus inicios generalmente a las afueras de las ciudades que poco a poco fueron creciendo acogiéndose en su trazado. Es un reto de la actualidad las conciliaciones de esas líneas, muchas veces imaginarias, pero reforzadas por decisiones de peso y relaciones tajantes entre lo privado y lo público que fragmentan las ciudades. Para que las infraestructuras de esta envergadura de carácter educativo más que “islas” de seguridad, se integren a la ciudad en sus procesos de intercambio en contribución a la vida local.

 

El cuestionamiento en elección los campus o las ciudades como entidades urbanas que deben acoplar su configuración en función de la otra, plantea la pregunta retórica contemplada al inicio de este artículo que más allá de buscar ser contestada, suscita una reflexión sobre esta y otras infraestructuras que en algún momento fueron emplazadas en las que para entonces eran las afueras de las ciudades y se configuraron de manera aislada como respuesta  a su entorno pero hoy están inmersas en un tejido consolidado que amerita no solo de intervenciones arquitectónicas puntuales sino de intervenciones recíprocas y de mayor envergadura que además ponen sobre la mesa otros temas de mayor complejidad sobre el deber ser de la autonomía privada en proyectos que tienen un carácter de ciudad tan fuerte que irremediablemente repercute en la vida pública de quienes la experimentan.

 

Si te pareció interesante este tema o eres peatón de esta ciudad u otras o de este campus y otros, cuéntanos ¿Qué estrategias crees que se deben implementar en este tipo de infraestructuras educativas en estado de transicionar su configuración hacia una mejor integración de ciudad?

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