AUTOR: Santiago Vejar
Arquitecto especializado en planeación urbana y OT. Escritor, fundador de ARQritic y TAVE.
A la política la encontramos en cada decisión individual o colectiva tomada, siendo incluso estas las dadas en la construcción del régimen que las contiene, decisiones que, una sobre otra, crean el modelo de sociedad del que somos partícipes.
A su vez, es innegable que cada decisión, por mínima que esta sea, está fundada en la relación material del sujeto con los elementos que le acompañan en su habitación del mundo, y bajo el supuesto de que toda decisión es en justa medida producto de una exhortación dada por el medio físico, habrá que preguntarnos ¿cómo el medio físico "transformado" afecta las elecciones individuales y colectivas.?
Esta exhortación del mundo físico y la suma de los elementos que en él encontramos modela al proceso de pensamiento y produce cambios en la percepción de los objetos con los que interactuamos y con ello, de las actividades y los quehaceres humanos, ejemplo de esto es la participación política, de la que nos encargaremos de analizar, y ¿qué mejor que hacerlo que analizando la propia infraestructura física sede del poder de gobierno?, el palacio municipal, que en este caso serán sujetos a análisis los de las ciudades de Sahuayo y Jiquilpan, Michoacán.
Sahuayo y Jiquilpan son dos ciudades de la región Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo, México; con diferencias sociales tan marcadas que se han traducido en problemas territoriales que han mermado su crecimiento hermanado. Desde el origen de sus asentamientos de distintas culturas hasta la actualidad donde gobiernos con diferentes posturas políticas les administran, centro-izquierda en Jiquilpan y centro-derecha en Sahuayo para el periodo 2021-2024.
Primero hablemos más de su población en la actualidad. Sahuayo centra su cultura en la tradición religiosa con festividades en honor al apóstol Santiago o al mártir cristero San José Sánchez del Río, este apego a la religión es una actitud que deja entrever la tacita postura conservadora de su sociedad, sumada a esta encontramos su aptitud comercial conseguida con el paso del tiempo volviéndose una ciudad ofertante de bienes y servicios con un desarrollo económico importante para la región Ciénega.
Jiquilpan, por su parte, posee un pasado político que para bien o mal ha mantenido su identidad. El cardenismo puso en el ojo público a la población. Entre sus festividades destaca el 18 de marzo, día de la expropiación petrolera o el 20 de noviembre, día de la Revolución Mexicana, festividades centradas en acontecimientos de la vida pública nacional y si bien existen tradiciones religiosas estas no son tan conocidas como las de Sahuayo.
Además de esta serie de condicionantes que rodean el ethos social y a las cuales habrá que sumar las condiciones económicas, sociales, educativas, entre otras propias de cada población que las posiciona en extremos políticos, notamos una evidencia más de cómo las condiciones materiales modelan el comportamiento de las comunidades entorno a la práctica política y de lo cual viene el presente trabajo, pues el interés con el que estas dos sociedades se involucran en los asuntos político-administrativos se ve influido, según nuestras observaciones, de la percepción promovida por la ubicación de la infraestructura de su poder de gobierno con respecto a zonas de afluencia o reunión comunitaria donde precisamente el tejido social se fortalece.
Mientras en Jiquilpan la presidencia municipal se encuentra en una ubicación próxima a su mercado municipal y la plaza principal -zonas de alta afluencia donde surgen dinámicas sociales que apelan a una necesidad biológica como lo es la alimentación o la recreación- y su arquitectura se mimetiza con el entorno inmediato como lo son muchas construcciones propias de un “Pueblo Mágico”, en Sahuayo, por su parte, este edificio es un elemento aislado de la sociedad, eventualmente pasó de estar a un costado de la plaza principal a estar lejos de zonas de afluencia importantes y ubicarse en un espacio más bien liminal, de transición, cercado y limitado al acceso; su arquitectura impone presencia y cuenta con todos los elementos perceptuales que causan en el sujeto y la sociedad la idea de que involucrarse en los asuntos políticos les es ajeno y de difícil acceso.
En Jiquilpan esta infraestructura está más cercana a la sociedad, quien pasa por su portal lo hace tanto como para llegar y adentrarse a sus instalaciones como puede pasar de forma esporádica y obligada para llegar a instalaciones cercanas. En Sahuayo si se pasa por esta edificación es para llegar a ella o rodearla, la infraestructura no abraza a la sociedad, sino que la aleja y le posiciona como espectadora. el demos alejado del Kratos.
Cada aspecto de una sociedad se devela al mundo físico mediante acciones materializantes que provienen del comportamiento y así mismo, el mundo físico exhorta al sujeto y su comunidad un determinado comportamiento, sin duda nos deja una enseñanza, la infraestructura crea la cultura.